miércoles, 5 de marzo de 2008

Diezmo

Lo que el pueblo de Dios

debe saber acerca del

DIEZMO







Luis Contreras

Un estudio apegado estrictamente

a las Sagradas Escrituras de nuestro Señor Jesucristo

E-mail: copeco7@hotmail.com, copeco7@copeco7.com



PRIMERA PARTE: El Diezmo en el Antiguo Testamento

1. DEFINICION DEL DIEZMO

Es el diezmo la décima parte de los frutos de la tierra y del ganado que cosechaba y criaba el hombre, según lo establecía la ley mosaica.

2. ORIGEN DEL DIEZMO

Se origina en el libro del Génesis y aparece por primera vez en el Capítulo 14, verso 20, cuando Abram se encuentra con Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo quien, en un acto voluntario ante el reconocimiento de una autoridad superior, le entrega la décima parte del botín de guerra que había tomado de Quedolaomer al vencerlo juntamente con los otros reyes a los que enfrentó.

3. LAS CINCO FORMAS DE DIEZMAR

3.1 A LA MANERA DE ABRAM

Como se menciona anteriormente, se trata de un evento especial mediante el cual Abram, se encuentra con Melquisedec, y reconociendo su calidad sacerdotal y su autoridad de rey, le entrega los diezmos de todo lo que el Dios Altísimo le había entregado de sus enemigos.

En el resto del Pentateuco no se menciona que Abram o Abraham haya repetido siquiera otra vez este acto voluntario, de donde se concluye que la entrega del diezmo no quedó instituida en ese momento como una obligación de hacer, sino fue una actitud singular y voluntaria del hombre hacia el rey y sacerdote del Dios Altísimo.

Al leer otros pasajes en cuanto al botín de guerra, el acto de entregarlo o repartirlo, era una costumbre antigua entre reyes durante la guerra, aprobada por Dios.

Más adelante, veremos qué sucedió con este singular evento.

3.2 A LA MANERA DE JACOB

Siempre en Génesis, Capítulo 28, versos 20-22, cuando Jacob, posterior al momento en que Dios se le aparece en Bet-el, temeroso de qué sería de él en el futuro, hizo voto a Jehová: “...E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviese en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.”

Como se puede determinar en los versos transcritos, en el trato que tiene Dios con Jacob no le está pidiendo nada. Es Jacob, quien por temor a las circunstancias que le eran aparentemente adversas, puesto que iba huyendo de Esaú, su hermano, y no poseía hasta ese momento bienes materiales, aunque ya su padre Isaac le había bendecido para ser prosperado en todo, hecho que en ningún momento tomó en cuenta, se apresura a hacer pacto con Dios condicionándolo que si él le provee protección, comida, vestido y paz en casa de su padre, no sólo Jehová será su Dios sino que, también, de todo lo que el Señor le diere, la décima parte sería devuelta a Jehová. Vale la pena entonces preguntarse qué más, fuera del temor, inspiró a Jacob proponer pacto a Dios ofreciéndole el diezmo de todo lo que él le diere. Jacob, pues, no había considerado la bendición de su padre Isaac, contenida en los versos 2, 3 y 4 del Capítulo 28 de Génesis: “...levántate, vé a Padan-Aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre.y el Dios Omnipotente le bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham.”

Si Jacob hubiese tenido el cuidado de haber guardado en su corazón las promesas provenientes de la bendición de su padre Isaac y tenido fe, no habría entrado en temor –pues el temor es lo contrario de la fe- sino confiado por la fe que Dios haría realidad tales bendiciones de prosperidad sin tener que ofrecer pacto alguno en el cual se comprometiese a darle a Dios algo que nunca cumplió – según se desprende de las propias escrituras-, es decir, la bendición que el Señor había prometido a los padres alcanzaría a Jacob, lo cual claramente vemos en los capítulos posteriores, de como Jacob es prosperado milagrosa y superabundantemente por Jehová en casa de Labán, su suegro.

¡Cuando Dios promete algo lo cumple! Y la bendición dada a Abraham y a su descendencia ¡claro que tenía que cumplirse!, pero en el tiempo de Dios y no en el tiempo del hombre. Jacob lo que hizo en su desesperación fue precipitarse a hacer pacto de su voluntad para recibir de Dios prosperidad a cambio, y no porque previamente haya dado él algo a Dios como por ejemplo un diezmo de cualquier cosa que se le hubiere ocurrido, sino que, el diezmo tendría que surgir como consecuencia de antes haber recibido lo pedido; y esto es el resultado de no tener fe, no creer, no confiar en las promesas que Jehová nuestro Dios tiene para nosotros. Jacob debió haber esperado que las bendiciones que se derivan de las promesas de Dios se hicieran realidad en su vida, sin necesidad de pactar nada con Dios a cambio, pues el hacer pacto con Dios implica apresurarse a cumplir “... porque él (Dios) no se complace en la insensatez...” (V. Eclesiastés 5:4,5)

Podemos concluir este capítulo definiendo el diezmo a la manera de Jacob como una condición puesta a Dios en el sentido de SI ME DAS, TE DOY.

3.3 EL DIEZMO COMO COSA CONSAGRADA A JEHOVÁ

No es sino hasta en el libro de Levítico que nuevamente se hace mención del diezmo, al final del libro: “...Y habló Jehová a Moisés, diciendo: ,,,y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. ...Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. ...Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. ...Estos son los mandamientos que ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el Monte de Sinaí.” (Lev. 27:1, 30-34, RV) (El subrayado es mío)

Tres cosas son características del diezmo en este mandamiento:

3.3.1 El diezmo de los frutos, las vacas y las ovejas, son cosa consagrada a Jehová y no al hombre;

3.3.2 El diezmo consagrado a Jehová, es rescatable;

3.3.3 Es mandamiento ordenado a Moisés para los hijos de Israel. En el Antiguo Testamento, nunca dio Jehová mandamientos a pueblo o nación fuera de Israel. Todo mandamiento fue ordenado para su pueblo elegido: Israel. Aun en el Nuevo Testamento, ni nuestro Señor Jesucristo ni los apóstoles del Cordero, ni los apóstoles del Espíritu Santo ni siquiera insinuaron mandamiento de diezmar al pueblo de Israel y mucho menos a los gentiles (pueblos o naciones ajenos a Israel. (Lev. 27:334 RV)

Más adelante, en el libro de Números, Capítulo 18, referente al sostenimiento de levitas y sacerdotes, dispone Jehová tomar, de entre los hijos de Israel, a los levitas para que sirvan en el ministerio del tabernáculo de reunión (v.6) y darles a ellos “...todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio...” (v.21), dado que entre los hijos de Israel, ellos –los levitas- “no poseerán heredad” (v.24) De la misma manera dice: “...Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los diezmos... y daréis de ellos la ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón.” (v.26,28)

Nuevamente encontramos el categórico mandamiento de Jehová a Israel indicando que los diezmos los tomarán los levitas únicamente del pueblo de Israel. No menciona que el diezmo deba tomarse de otro pueblo o nación ajenos a Israel. También manda a Israel y no a otro pueblo o nación, el mandamiento de diezmar.

3.4 LA LEY DEL DIEZMO (DENTRO LAS LEYES DIETÉTICAS)

Entramos aquí al libro de Deuteronomio, último de los cinco libros de Moisés, el cual resume los cuatro libros precedentes del Pentateuco. Toma aquí la legislación que Jehová ha dado al pueblo de Israel durante los cuarenta años que han transcurrido desde la liberación de Egipto y la adapta a las condiciones futuras de vida del pueblo en la tierra prometida a la cual pronto pasarán. No repite las leyes, mandamientos y ordenanzas que Jehová ha dado a su pueblo sino las confirma en este libro, de donde, entre otros, el diezmo pasa ahora a constituir una de las leyes que regirán al pueblo de Israel como una fuerza rectora de sus vidas.

En el Capítulo 14, versos del 22 al 29 de Deuteronomio, la versión Reina Valera, versión 1960, transcribe:

“22 Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. 23 Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días. 24 Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo por estar lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, 25 entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano y vendrás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; 26 y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier otra cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. 27 Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo. 28 Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquél año, y lo guardarás en tus ciudades. 29 Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.”

La Biblia de las Américas –Edición 1986- transcribe los versos 25 y 26 de este mismo capítulo, en una forma más clara, cuando dice:

“...25 entonces lo cambiarás por dinero y atarás el dinero en tu mano e irás al lugar que el Señor tu Dios escoja. 26 Y podrás gastar el dinero en todo lo que tu corazón apetezca: en vacas u ovejas, en vino o sidra, o en cualquiera otra cosa que tu corazón desee.”

Al quedar confirmado el diezmo dentro de las Leyes Dietéticas para Israel en este libro de Deuteronomio, se ha definido también la procedencia (sujeto) y el destino (objeto) del diezmo: a) Por un lado, se da mandamiento a los levitas de tomar el diezmo de sus hermanos los israelitas; b) A los israelitas se les da mandamiento de diezmar al levita “...porque él no tiene parte ni heredad contigo...” (verso 27); c) Pero debe observarse cuidadosamente que también, del mismo diezmo participan el propio diezmante para comer y beber “todo lo que deseas” (verso 23), “...para que te alegres tú y tu familia” (verso 26); y “...no desampararás al levita...” (verso 27); y “...vendrá el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados...” (verso 29); y “...si el camino fuere tan largo para llevar tu diezmo al lugar que Jehová tu Dios es cogiere, lo venderás y guardarás el dinero en tu mano... y al llegar al lugar escogido por Dios para diezmar“ “...darás el dinero por todo lo que deseas...” (versos 24 y 25).

Por tanto, se establece y define que nunca que se hubiere diezmado por el pueblo de Israel, el diezmo haya sido constituido por dinero, ¡nunca!, pues Jehová cuando instituyó el diezmo, claramente definió como sujeto del diezmo: El grano, el vino, el aceite, y las primicias de las manadas y de los ganados, con un propósito: “...Para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días...” (verso 23).

Por otro lado, es también claro observar que, ya comprendido en la ley, el diezmo no se entregaba en su totalidad al levita como una obligación qué cumplir, así como tampoco se diezmaba por períodos semanales, mensuales o a diario sino que en el año del diezmo, o sea, el momento en que éste debía ser ofrecido y cumplido, que era al final de CADA TRES AÑOS, después que se juntaba la cosecha anual y se guardaba, al cumplirse el tercer año AÑO DEL DIEZMO: “...y cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán...” “...Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos ni me he olvidado de ellos.” (Dt. 26:12,13) (el subrayado es mío)

El Señor no estableció el diezmo para que solamente fuera acumulado en el alfolí (granero común en el que entra y del que también sale el grano) después de haberlo dado en ofrenda mecida a él –como dice la palabra-, sino que, el objetivo fundamental era NO DESAMPARAR a aquél que serviría al altar (el levita), al extranjero que vivía afecto a la ley, ni a la viuda que había quedado desamparada y de igual manera al huérfano; y como dice literalmente esta ley, para que el propio diezmante y su familia se gozasen y saciasen juntamente del diezmo, resultado de las bendiciones que Jehová prodigaba a su pueblo.

En su omnisciencia el Señor sabía que si hubiera dispuesto en la ley dar el diezmo solamente al levita, este habría sido superabundado* de grano, aceite, vino, manadas y ganado, con el consecuente mal uso de la bendición y desperdicio o pérdida por descomposición (del grano) o, por qué no pensarlo, de la malversación que el hombre podría hacer del mismo. Todo lo contrario, Jehová previó que todo aquel israelita, al diezmar, lo hiciera justa y equitativamente entre sus hermanos necesitados tales como la viuda y el huérfano, así como también el extranjero que vivía en sus poblaciones y que, prioritariamente, él mismo con su familia, disfrutasen con gozo la bendición de la proveeduría que salía de la mano del Creador. Si alguien no diezmaba de esta manera, transgredía, quebrantaba o violaba el mandamiento de diezmar contenido en la ley, y todo aquél que quebrantaba la ley era sujeto de muerte, porque “...El que viola la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o tres testigos muera irremisiblemente.” (Dt. 19:15; 17:6; Heb. 10:28).

Siguiendo el orden canónico podemos encontrar en 1 de Crónicas, capítulo 31 –completo- cómo se confirma la manera de diezmar y el orden en que debía repartirse; Nehemías 10:37-39 nos muestra la fiel promesa que el pueblo de Israel hace nuevamente a Dios, como consecuencia de reedificar Jerusalem, de cumplir la ley de Dios que fue dada a Moisés, dentro de lo cual el diezmar es parte importante para este pueblo (vrs.37-39). De más está mencionar que el diezmo afecta única y exclusivamente al pueblo de Dios –Israel-, en el Antiguo Testamento, como se vuelve a notar aquí.

*Por supuesto, en el caso que el pueblo de Israel hubiese cumplido fielmente el diezmar, pero en la realidad, como se aprecia en las Escrituras, Israel nunca cumplió, como se desprende de Malaquías 3:9: “...Malditos sóis con maldición, porque vosotros, la nación toda me habéis robado...”, refiriéndose al hecho indiscutible que no habían cumplido con entregar los diezmos y ofrendas a Dios. El mismo Señor Jesucristo dijo: ...¿No os dio Moisés la Ley, y ninguno de vosotros cumple la Ley?...” (Jn. 7:19)

3.5 EL DIEZMO A LA MANERA DE SAUL (EL DESPOJO)

Vamos a 1 Samuel, Capítulo 8. El pueblo de Israel toma la decisión de salirse del gobierno teocrático (ejercido directamente por Dios) para trasladarse u optar a un sistema democrático (poder del pueblo), rechazando de esta manera al Señor. Entonces Jehová hablando a Samuel, le pide: “...Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han rechazado a ti, sino a mí me han rechazado, para que no reine sobre ellos...” Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos. Y refirió Samuel, todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey. Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: “...tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo, tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos... diezmará vuestro ganado y vuestras viñas para dar a sus oficiales y a sus siervos... Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras... diezmará también vuestros rebaños y seréis sus siervos...” , pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará...” Y Jehová dijo a Samuel: “...Oye su voz, y pon rey sobre ellos”. (1 Sam. 8:7-22, parte conducente)

Y así hizo Saúl, pues así lo dijo Jehová.

Nótese la gran similitud que hay entre esta forma de diezmar y la forma cómo, desde que el diezmo se introdujo en la iglesia protestante o evangélica durante la era contemporánea –pues la iglesia primitiva nunca diezmó ni el apóstol Pablo ni alguno de los otros apóstoles ni siquiera lo insinuaron en el nuevo testamento a partir del libro de los Hechos -, se ha venido ejerciendo esta práctica por casi todas las congregaciones cristianas evangélicas en todo el mundo.

3.6 DIOS SOMETIÉNDOSE A PRUEBA (Malaquías 3:9)

Aunque el contenido de esta cita bíblica es bastante corto, es de un fuerte y determinante contenido en cuanto al significado de diezmar y las terribles consecuencias de no hacerlo incumpliendo esta ley o mandamiento. Es interesante transcribir, previo a entrar a conocer el contenido de los versos correspondientes al diezmo en este libro, la parte conducente de la síntesis hecha por Burton L. Goddard que aparece en la versión R.V. 1960, que dice:

“...En calidad de portavoz de Dios, Malaquías se presenta en una de las épocas más decisivas de la historia... Los sacerdotes eran hombres corruptos (1:6; 2:9) y el pueblo, con algunas excepciones, no era mejor (2:10; 4:3). Pero Dios regía aún desde su trono. Era soberano. Era el Padre (1:6), el Señor(1:6), el gran Rey (1:14); el dador de pactos y mandamientos (2:5; 4:4)...Su maldición recaía sobre los sacerdotes desleales (1:14; 2:2,3,9) y aquellos que le habían robado (3:9)...”

Entre las citas mencionadas destacaremos: “Los sacerdotes eran hombres corruptos” “Su maldición recaía sobre los sacerdotes desleales y aquellos (la nación toda) que le habían robado.”

Veamos pues, qué hay en este libro con respecto al diezmo: Malaquías 3:6 nos muestra la inmensa misericordia de Dios cuando afirma:

“6. Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

7. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?

8. ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.

9. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.

10. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

11. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.

12. Y todas las naciones os dirán bienaventurados, porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos

Escudriñemos los versículos transcritos anteriormente para tener un mejor entendimiento de los que Jehová está diciendo:

· Porque Jehová no cambia, los hijos de Jacob –la nación de Israel- no han sido consumidos. Suficiente motivo había dado a Dios el pueblo de Israel para traer su ira, pero Jehová dice de sí mismo que él es “corto para la ira y grande en misericordia”. Dentro de los mandamientos incumplidos por Israel está aquí mencionando el Señor el mandamiento del diezmo.

· El pueblo de Israel se apartó de las leyes de Dios “desde los días de vuestros padres”. Quiere decir esto que Israel siempre tuvo corazón engañoso hacia Jehová y, sabiéndolo, todavía se atreven a decirle: ¿En qué hemos de volvernos?

· Dios claramente les hace ver que, al no darle los diezmos, le han robado.

· Una doble maldición sale entonces del Señor cuando dice: “Malditos sois con maldición”. La primera, porque todo aquél que robaba violaba el mandamiento que dice “no robarás”; y la segunda, porque no solo o simplemente habían robado sino que habían robado directamente a Dios, la nación toda, esto es: Israel.

· Ahora, Jehová se somete a prueba, diciendo: Diezmen y verán cómo les bendeciré abundantemente desde los cielos.

Analicemos: Si el pueblo de Israel cumple entregando fielmente el diezmo DE TODO, el señor les bendecirá sobreabundándolos desde los cielos; pero, si no obedecen diezmando fielmente DE TODO LO QUE EL SEÑOR PREVIAMENTE LES HA DADO, entonces, irremediablemente, MALDITOS SERAN CON MALDICIÓN y tampoco reprenderá al devorador y el fruto de la tierra será destruido y la vid del campo será estéril.

¡Qué tremenda sentencia la que le espera a Israel al no cumplir sus mandamientos! pero, si cumplen FIELMENTE, esto es DIEZMAR DE ABSOLUTAMENTE TODO de lo que el Señor les ha dado, entonces serán grandemente bendecidos y “todas las naciones os dirán bienaventurados”. Al decir Jehová “todas las naciones os dirán...” significa y confirma que solo a Israel ha dado Dios mandamiento de diezmar, así como también es claro que sólo los levitas podían tomar el diezmo de sus hermanos los israelitas, quedando consecuentemente el resto de las naciones y pueblos de la tierra fuera de este mandamiento. Cabe aquí preguntarse ahora ¿Con fundamento en qué se pide hoy a la iglesia del Señor que diezme si la misma está exenta de la ley? (Aunque los primeros cristianos hayan sido israelitas)

4. EL DIEZMO EN EL EVANGELIO

397 años después, aproximadamente, de que Jehová habló al pueblo de Israel en el libro de Malaquías, respecto de las bendiciones sobreabundantes o ilimitadas que vendrían como consecuencia de la promesa de Dios si se dan diezmos; o bien, continuar con la maldición en caso no cumplir esta ley, se presenta en Israel el Mesías prometido, en la persona de Jesús, y con él la presencia del reino de Dios, vamos a encontrar eventos inesperados respecto a este mandamiento del diezmo o Ley del Diezmo.

De los cambios importantes que se presentaron en el pueblo de Israel no mencionaremos más que el surgimiento de la sinagoga, institución que no formaba parte del orden bíblico en la vida de la nación. Es probable que haya surgido de la necesidad que tenían los judíos de reunirse durante la época del cautiverio, privados como estaban del templo y sus ritos, optaron por reunirse o congregarse el día sábado para orar. Esto les daría la oportunidad de leer las escrituras. La sinagoga se desarrolló indudablemente como resultado de las necesidades peculiares de la situación en que los judíos se hallaban, pero sirvió al propósito de mantener al pueblo en estrecha relación con los escritos sagrados y, con éstos, fue alimentada la vida espiritual del verdadero Israel.

Sin embargo, este período dio origen también al conjunto de tradiciones, comentarios e interpretaciones que se conocen como el Talmud, y se colocaron de tal modo por encima de la ley que la obediencia se transfirió de la Ley misma a las interpretaciones personales.

Durante este período surgieron, además, los dos grupos sectarios conocidos en las narraciones del evangelio –en sus cuatro libros- como fariseos y saduceos.[1]

De aquí que las escasas veces que literalmente se menciona el diezmo en el evangelio, nos muestran:

  1. La acusación de Jesús a los escribas y fariseos:

Mateo 23:23 “¡Hay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.”

  1. Parábola del fariseo y el publicano:

Lucas 18:11,12 “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.”

(Para una mejor atención a las escrituras, entrego al lector el significado del vocablo Parábola, contenido en el diccionario Léxico Hispano, Tomo Segundo, Edición 1979, W:M: Jackson, Inc. México D.F. PARÁBOLA //Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral//)

Bien, quiero detenerme un momento en esta fase del estudio para plantear una consideración respecto del orden canónico de la Biblia. Tradicionalmente se ha dividido la Biblia en Antiguo Testamento: de Génesis a Malaquías; y Nuevo Testamento: de Mateo a Apocalipsis. En consecuencia, se ha tenido como parte del Nuevo Testamento el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo contenido en los primeros cuatro libros: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Este orden, advierto, de ninguna manera es mi pretensión cambiarlo, ABSOLUTAMENTE NO; pero sí deseo plantear una reflexión: En la Santa Biblia, -Reina-Valera editada por Scofield, edición 1,960-, encontramos algunas anotaciones interesantísimas que nos hacen concluir que los libros del Evangelio deberían pertenecer al Antiguo Testamento, por las siguientes razones:

1. Jesús “nació bajo la ley” (Gal. 4:4) y fue “siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres” (Rom. 15:8) y cumplir la ley con el fin de que sobreabundara la gracia. Debe esperarse, en consecuencia, que hasta la cruz del Calvario haya cierto colorido judaico y del sistema legal mosaico en la narrativa de los evangelios, por ejemplo Mateo 5:17-19; 6:12; comp.. Ef. 4:32. El Sermón del Monte es ley y no-gracia, pues en el se demanda como requisito para recibir la bendición (Mat. 5:3-9) aquélla perfección de carácter que solo la gracia es capaz de producir por medio del poder divino (Ga. 5:22-23).

  1. La doctrina de la gracia debe buscarse en las epístolas y no en el evangelio (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) mucho menos en el Antiguo Testamento.

  1. El evangelio no desarrolla la doctrina de la iglesia. La palabra “iglesia” ocurre solamente en el evangelio según Mateo. El Señor dijo “Edificaré mi iglesia” (Mat. 16:16, 18). Se trataba por lo tanto, de un evento futuro.

  1. El evangelio presenta un grupo de discípulos de nacionalidad judaica, identificados con el Mesías en su estado de humillación aquí en el mundo; las epístolas presentan la iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo en gloria (1 Co. 12:12).

Expuesto el anterior planteamiento es fácil concluir que el evangelio de nuestro Señor Jesucristo culmina el Antiguo Testamento, pues también representa el cumplimiento de las profecías que anuncian la venida del Mesías como Salvador para terminar con el período de la ley; pero este evento es incluyente de un nuevo pacto que se conocería como Nuevo Testamento, el cual únicamente podría cobrar vigencia inmediatamente después de ocurrida muerte del testador. De aquí que el Nuevo Testamento debería entenderse a partir de las epístolas que, en el orden canónico conocido, dan inicio con el libro de los Hechos.

Algunos otros varones estudiosos de la palabra de Dios, piensan que el evangelio de nuestro Señor Jesucristo constituye un período de transición entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Por tanto, la mención literal que del diezmo se hace en Mateo 23:23 y en Lucas 18:11,12, dejan claro que:

  1. Está contenida dentro del período de la ley;
  2. Jesús no le da mayor importancia al acto de diezmar, pero sí advierte de lo importante que es, dentro del marco de la ley, hacer justicia, misericordia y fe;
  3. La parábola mencionada en Lucas 18, contiene la narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral, de lo cual Jesús hace ver que aquél que se jacta de sus méritos no es agradable al Padre, pero el que se humilla ante El prontamente es justificado, deduciéndose que el publicano, a pesar de haber pecado en todo, había sido prontamente justificado, debido a su humillación ante Dios.
  4. Finalmente, debemos recordar que Jesús vino a cumplir la ley y fue muerto a causa de ella. No se puede entonces, desde ningún punto de vista, pensar, creer o aceptar que la doctrina de la gracia heredada a la iglesia pudiera estar contenida en cualquiera de los cuatro libros del Evangelio o en el Antiguo Testamento. Claramente se puede ver que tal doctrina de la gracia está contenida en las epístolas. Otra luz al respecto es que Jesús “a lo suyo vino” “y los suyos (el pueblo de Israel) no le recibieron” (Juan 1:11).

Muy poco se menciona el diezmo en los cuatro libros que contiene el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, pero en ninguna cita se le da mayor importancia ni se insinúa siquiera que el cumplimiento de tal ley sea trascendental en la vida del israelita. Veamos por ejemplo Lucas 18:10-14: En esta enseñanza Jesús se refiere a aquellos que se consideraban justos y menospreciaban a otros, como el fariseo, que cuando oraba se refería a que él sí cumplía con la ley, incluyendo el dar el diezmo. Jesús enseña aquí que el publicano, hombre aborrecido por el pueblo, que se consideró ante Dios como pecador, al humillarse ante el Señor fue enaltecido; por el contrario, el que se enaltecía, como el fariseo, sería humillado. Qué diferencia de pensamiento entre Dios y el hombre. Para el Señor, que el hombre diezmara no cambiaba en absoluto su condición pecaminosa ni lo enaltecía.

Veamos otra cita, Mateo 23:3, 23: Dentro de las acusaciones directas que hizo Jesús a escribas y fariseos, refirió: “...3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo, más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen... 23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.”

Cuando se refiere a la menta, el eneldo y el comino, se cree que, en el caso del comino, por su pequeñez, se presenta como un extremo del rigor farisaico en cuanto al diezmo; en el caso del eneldo, los fariseos aplicaban meticulosa e hipócritamente los impuestos sobre el eneldo y hacían pagar diezmo a los pobres, lo cual Jesucristo les reprochó porque lo hacían con olvido de otras obligaciones más santas que ellos no cumplían ni dejaban cumplir (v. Lev. 27:30; como extra lee el siguiente verso 31 –este verso nunca te lo han predicado, ¿Verdad?)

En resumen, nuestro señor Jesucristo al referirse aquí al diezmo, simplemente les dijo: DIEZMADORES HIPÓCRITAS, porque, entre otras cosas, no nos olvidemos de otra denuncia de Jesús respecto a los fariseos en el sentido que ellos siempre imponían cargas al pueblo que ni ellos mismos podían llevar (Mat. 23:4; Hch. 15:28; Ap. 2:24)

(Conozca un poco más de los fariseos y los publicanos, consultando el Diccionario Bíblico Ilustrado, Edit. CLIE por Vila Santamaría, Ed.198, Pags. 358 1ª. Col. y 945 1ª. Col.)

Otra cita importantísima del diezmo en el Nuevo Testamento se encuentra en la epístola a los Hebreos, Cap. 7 la cual se comentará por separado más adelante.

Por lo anteriormente expuesto, podemos concluir en este capítulo que la doctrina del diezmo expuesta en el Evangelio es parte de la ley y nunca de la gracia. Consecuentemente, no afecta a la Iglesia.

Desde que está en vigencia el Nuevo Testamento, o sea aproximadamente 2,000 años, no tengo conocimiento que el israelita diezme. Ahora, quien introdujo el diezmo o la iglesia, fue Carlomagno al momento que éste también instituyó el feudalismo, como una forma corrupta de obtener riqueza proveniente del pueblo –Siglo VI ó VII- Pero esta inquietud se la dejo al lector. Favor investigue, porque tiene derecho a conocer por qué razón, si está usted bajo la gracia, diezma conforme a la ley? Lea Gálatas capítulo 5 (entre otras citas)

RECAPITULACION

Antes de entrar a conocer cómo y dónde se encuentra abrogado el diezmo a lo largo del Nuevo Testamento, en forma literal, espiritual e implícita, debemos recapitular todo lo que hemos encontrado al respecto en el Antiguo Testamento:

þ Surge con Abram diezmando del botín de guerra, durante el período Teocrático, cuando aún no se habían dictado las leyes que incluirían el diezmo, pero sí surgían las promesas a través de los pactos (Gen. 12:7) que Jehová hacía para con el hombre, período durante el cual tampoco, como algunos pretenden hacer creer, diciendo que Abram diezmó dentro de la gracia, pues la actitud de Abram de diezmar a Melquisedeq fue porque en esa época se acostumbraba que el vencedor de una batalla despojaba al enemigo de todos sus bienes y los distribuía dentro del ejército y se diezmaba el botín. La doctrina de la gracia, en un concepto más elevado, surge en el Nuevo Testamento y se centra en la persona de Jesucristo (Juan 1:14). Esto no lo conoció ni vivió Abram.

þ Por la falta de fe en las promesas, Jacob ofrece a Dios a que de todo lo que El le diere, él le devolvería el diezmo, pero no cumple; no obstante Jehová sí cumple las promesas hechas a través de la bendición de Isaac.

þ Surge dentro de la ley dentro de las Leyes Dietéticas: Mandamiento dado única y exclusivamente al pueblo de Israel; beneficia al propio diezmante, al levita, al extranjero, a la viuda y al huérfano; Jehová determina en qué lugar diezmar; se establece el año del diezmo que es al final de cada tres años; se establece el diezmo de los diezmos que el levita entregará a Aarón; el diezmo entregado al levita es rescatable, debiendo añadir el diezmante una quinta parte del rescate al devolverlo de nuevo.

þ Es tomado por Saúl en su propio beneficio, contra de la Ley, por lo cual, antes que levantar rey a Israel Jehová envía al profeta con la orden de PROTESTAR solemnemente CONTRA Israel. Protestar (contra) equivale a NEGAR LA VALIDEZ DE UN ACTO (1 Sam. 8:9), Dicho de otra manera, Dios negó anticipadamente la validez del acto de Saúl de tomar del pueblo el diezmo, así como someter a servidumbre, incluso, a las mujeres para que fueran perfumadoras, cocineras y amasadoras, etc.

þ Dios sometiéndose a prueba. Se establece en Malaquías. Israel nunca cumplió a cabalidad esta ley, por lo cual recibieron maldición con maldición. Pero también la misericordia de Jehová se manifiesta al darles una nueva oportunidad. Hasta la fecha se ignora si esa nación, ese pueblo de Dios, Israel, cumple tal mandato legal. (Pregunte al respecto a los judíos)

þ No se le da mayor importancia en el Evangelio.

SEGUNDA PARTE: Abrogación del diezmo en el Nuevo Testamento

LA ABROGACIÓN DEL DIEZMO A LA MANERA DE ABRAM, DE JACOB Y CONFORME LA LEY

Se entiende por ABROGAR El acto de abolir, revocar o anular; ABOLIR significa: Derogar, dejar sin fuerza ni vigor una ley, costumbre, precepto, decreto, etc.

En la Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569) anotada por Scofield (revisión de 1,960), Pág. 90, encontramos la siguiente anotación:

Ex. 19:25...El Pacto Mosaico: (1) Este convenio es hecho con Israel, (2) en tres divisiones, cada una de las cuales es esencial para las otras dos y que forman lo que se conoce como el Pacto Mosaico. Dichas divisiones son las siguientes: los Mandamientos, que expresan la justa voluntad de Dios (Ex. 20:1-26); los “juicios”, que gobiernan la vida social de Israel (Ex. 21:1 – 24:11) y las “ordenanzas”, que gobiernan la vida religiosa de Israel (Ex. 24:12 – 31:18). Estos tres elementos forman “la Ley”, según el sentido genérico que se le da a esta frase en el Nuevo Testamento (Por Ej. Mateo 5:17, 18). Los Mandamientos y las Ordenanzas formaron un sistema religioso. Los Mandamientos eran un “ministerio de condenación” y de “muerte” (2 Co. 3:7-9). En la persona del Sumo Sacerdote, las ordenanzas dieron al pueblo un representante que intercedería por ellos delante de Jehová; y en los sacrificios una “cubierta” (véase “Expiación”, Lev. 16:6 nota) para los pecados, como una anticipación de la cruz (He. 5:1-3, 9:6-9; Rom 3:25,26): El cristiano no está bajo un Pacto Mosaico, que es un pacto condicional y de obras; es decir, que no está bajo la ley, sino bajo el Nuevo Pacto, que es un pacto incondicional y de pura gracia (Rom. 3:21-27; 6:14, 15; Gá. 2:16; 3:10-14, 16-18, 24-26; 4:21-31; He. 10:11-17. Véase el Nuevo Pacto (He. 8:8 nota)”. (sic)

Deuteronomio 14, donde se encuentra contenida la ley del diezmo (versos del 22 al 29) se refiere básicamente a LEYES DIETÉTICAS (versos del 3 al 21) –Scofield-, razón por la que manda diezmar exclusivamente alimentos y nunca dinero.

Para comenzar a hablar de la abrogación del mandamiento de diezmar contenido en la ley, sencillamente diremos que el Nuevo Pacto (incondicional y de pura gracia) deja sin efecto el Antiguo Pacto, en su totalidad. En Gál. 4:19 al 31 encontramos que los dos sistemas: la ley y la gracia, no pueden existir juntos. Diezmar bajo la gracia es contrastar los dos sistemas. Bajo la gracia Dios confiere la justicia que él exigía (Ex. 19:5; Juan 1:17; Rom. 3:21, 10:3-10; 1 Cor. 1:30). La ley no justifica al pecador, ni tampoco santifica al creyente (Gá. 2:16, 3:2, 3, 11, 12). El creyente se encuentra a la vez muerto a la ley y redimido de ella, de manera que no está bajo la ley sino bajo la gracia (Ro. 6:14, 7:4; Gá. 2:19, 4:4-7; 1 Tim. 1:8,9).

Veamos en detalle, los siguientes versículos de Gálatas 3:

þ 10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito aquél que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas.

þ 17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado con Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.

þ 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe;

þ 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo (es decir, ya no estamos bajo la ley).

Encontramos además en este libro de Gálatas que no debemos desvirtuar la gracia con las obras de la ley, “porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios” (2:19) “No desecho la gracia de Dios, pues si por la ley (diezmo) fuese la justicia (derramar bendición), entonces por demás murió Cristo” (2:21).

Gálatas 5:18 determina: “...Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley;” Gál. 5:4: “De Cristo os desligasteis los que por la ley os justificáis, de la gracia habéis caído”. Gál. 5:16: “Digo, pues, andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne...; 18 Porque si sois guiados por el Espíritu no estáis bajo la ley.”

Quien diezma conforme a la ley, espera la multiplicación que ofrece la ley; pero, el que busca primeramente el reino de Dios y su justicia, anda en el Espíritu, y recibe por añadidura lo que es por gracia.

Con este fundamento, podemos pasar a hacer una síntesis de cómo ha quedado abrogado en el Nuevo Testamento, todo lo relativo a la ley, y en este caso que en particular nos interesa, el diezmo:

Abram no ofreció diezmo ni por ley ni por gracia, pues como podemos concluir, en ese momento no se había dado la ley ni tampoco había entrado en vigencia la gracia, la cual se perfecciona en la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Jacob también está incluido dentro de este período de ni ley ni gracia. Simplemente, por falta de fe en las promesas, ofreció a Dios diezmo de todo lo que este le diera si primeramente Jehová le concedía: ...pan para comer y vestido para vestir... Veamos, en cambio, lo que Jesús enseñó en Mateo 6:

“25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni por

vuestro cuerpo, qué habéis de vestir...

31 No os afanéis, pues, diciendo ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

En este último verso (33) Jesús desestimó absolutamente el diezmar como una forma de recibir de Dios la sobreabundancia de bienes necesarios en la vida del hombre, como los mencionados. ¿Acaso dijo Jesús: diezmad primeramente y todas estas cosas os serán añadidas? ¡ Claramente no!

La ley determinó el mandamiento de diezmar alimentos (pues el diezmo aparece en las leyes dietéticas) a la nación de Israel, nunca a los gentiles (las demás naciones o pueblos) y tampoco diezmar dinero, aunque en esa época ya existía dinero. La gracia abroga la ley.

En la carta a los Hebreos, capítulo 7, referente al sacerdocio de Melquisedec, se menciona:

5 “Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos (los israelitas), aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham”

6 Pero aquél cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas;

7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.

8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales...

9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos...

11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?

12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; ...

13 Y aquél de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar;

14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés, tocante al sacerdocio.

15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,

16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.

17 Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

18 Queda pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia.

19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. ...

Es muy necesario y determinante aclarar cuál es el mandamiento abrogado en el verso 18 anterior. La palabra mandamiento se menciona dos veces en este capítulo: La primera vez, se refiere a que los sacerdotes levitas tienen mandamiento de tomar de sus hermanos (los israelitas) los diezmos según la ley; la segunda vez, en el verso 16 se menciona la ley del mandamiento acerca de la descendencia. Claramente se dice: Queda abrogado el mandamiento anterior o sea el mandamiento acerca de la descendencia, es decir, la ley determinaba que siempre que existiera sacerdote levítico, éste tomaría los diezmos de sus hermanos, pero, al dejar sin efecto esa ley, por su debilidad e ineficacia, queda definitivamente abrogado el sacerdocio levítico, y al ya no haber sacerdote levítico, ya no hay quien tome el diezmo de los israelitas y, éstos, automáticamente, quedan liberados del mandamiento de entregar sus diezmos, pues ya no hay a quien darlos, y ahora cobra vigencia el sacerdocio de Melquisedec que introduce una mejor esperanza por la cual nos acercamos a Dios.

Vuelve a ser interesante el hecho que los mandamientos mencionados anteriormente hayan sido abrogados precisamente en la epístola a los Hebreos. Por qué razón no se abrogó en cualquiera otra de las epístolas del Nuevo Testamento como pudo haber sido en la carta a los Gálatas, donde insistentemente se les habla de las maldiciones que conlleva el sujetarse nuevamente a la ley cuando ya estamos en la gracia. La razón, a mi juicio, es porque como claramente se establece en la ley, tal mandamiento fue exclusivamente dado a la nación de Israel y nunca a los gentiles (nosotros) que habríamos de ser alcanzados por la gracia para salvación.

Ahora, en lo personal, tengo muchas preguntas qué hacerme respecto al diezmo:

þ Si está tan claro en las escrituras y que, de una u otra manera, nuestro Padre celestial lo habrá revelado a sus ministros, (porque se me hace imposible creer que ignoran esta verdad) ¿Por qué razón aún se sigue predicando en las congregaciones de todo el mundo la doctrina de diezmar?

þ Por qué se sigue predicando que se diezme por obediencia? ¿Obediencia a qué? Porque en las escrituras, tal como lo hemos visto, el diezmo ha quedado totalmente abrogado, igual que toda la ley.

þ Por qué se pide también a la mujer diezmar, cuando la ley no la incluía en este mandamiento?

þ Por qué se pide diezmar dinero, cuando el diezmo es un mandamiento de la ley dietética? Consta en las escrituras que nunca se diezmó dinero.

þ Por qué se ha instituido un diezmo en dinero que se recoge en cada culto, y no como dice la ley que era cada 3 años, en el AÑO DEL DIEZMO?

þ Por qué razón el pueblo de Dios ignora que en la época del Antiguo Testamento, la parte del diezmo que se entregaba al levita también se podía rescatar, añadiendo una quinta parte del rescate al devolverlo?

þ Por qué razón, si se predica al pueblo cristiano actual que éste debe diezmar conforme la ley, no se le enseña que el diezmo se repartía entre cinco grupos, a saber: 1) El propio diezmante y su familia; 2) El levita; 3) El extranjero que vivía en las ciudades judías (porque estaba afecto a la ley); 4) La viuda; y finalmente, 5) El huérfano?

þ Por qué no se ha enseñado que el alfolí es un granero común, en donde todos echan el grano pero también de donde todos comen? (Mal. 3:10)?

þ Por que razón, quienes ya no soportan esta carga, tienen temor de hacer público su malestar dentro la congregación?

þ Por qué no han surgido ministros del Señor que con valentía abran estas enseñanzas que liberarán al pueblo de Dios de la maldición de la ley (Gál. 3:10, 5:4)?

þ Cómo es pues, que se pretende meter al pueblo de Dios entre los dos sistemas, cuando la ley y la gracia no pueden existir juntos (Gál. 2:21)?

þ Porqué se ha decidido que el diezmo corresponde al pastor y que las ofrendas corresponden a la obra? Por qué el pastor se considera un sucesor del levita, cuando el levirato fue abrogado, y sin darse cuenta, al ubicarse en el lugar del sacerdote levita, prácticamente está despreciando el real sacerdocio a que se refiere el apóstol Pedro (1 Ped. 2:9)? A quién se le ocurrió semejante atropello a la palabra de Dios?

þ Por qué se parecerá tanto la forma de tomar el diezmo a la manera de Saúl con la forma actual?

þ Por qué dijo el Señor a Samuel que protestara solemnemente contra los ancianos de Israel cuando pidieron rey y qué les mostraría cómo les trataría el rey que reinaría sobre ellos? (1 Sam. 8:4-22)

þ Muy, pero muy especialmente atrae mi atención el hecho de que, en la única doctrina que están absolutamente de acuerdo casi todas las denominaciones cristiano evangélicas, es precisamente en la del diezmo.

Queda en libertad el lector de hacerse sus propias preguntas, sea éste apóstol, profeta, evangelista, maestro, pastor, oveja, cordero.

LA ABROGACIÓN DEL DIEZMO A LA MANERA DE MALAQUIAS (DIOS SOMETIENDOSE A PRUEBA)

Encontramos en esta porción de la Biblia la maldición del Señor a aquellos que le habían robado. Dice el Señor: “...Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde...” (Mal.3:6-10)

Expliquemos: Cuando dice “hijos de Jacob” se refiere a las doce tribus de Israel, es decir, a la nación de Israel, no a los gentiles (es resto de las naciones). desde que las leyes fueron dadas, nunca fueron cumplidas. Cuando les pide volverse a El, les promete que se volverá a ellos para cuidarlos. Ellos preguntan en qué han de volverse y no conciben que el hombre pueda robar a Dios, cuando ellos mismos saben perfectamente que se les había pedido, por ley, que diezmaran del producto de la tierra y nunca lo hicieron; por eso es que le robaron; pero cuando preguntan en qué le han robado el Señor les dice claramente que en los diezmos y las ofrendas, razón por la que los maldice doblemente: primero, porque robaron, y ello implicaba faltar la ley y quien faltaba a la ley era maldito, y luego porque a quien robaron fue directamente a Jehová. Dicho de otra manera, todo aquél que no diezma fielmente conforme a la ley, pasa a ser maldito con maldición.

Qué tremenda consecuencia de no diezmar fielmente. Y quién es aquél que ha diezmado fielmente? No dice la palabra que ni uno solo cumplió la ley? Y que todo aquel que dice que ha cumplido la ley hace a Dios mentiroso? Entonces, como no hay uno solo que haya cumplido la ley y, en este caso concreto, no ha habido uno solo que haya cumplido con diezmar fielmente; y tampoco Dios es mentiroso, pues él no es hombre para mentir (Núm. 23:19), entonces todos somos malditos de tal manera que, bajo esta premisa, soy yo maldito por no haber cumplido la ley? La respuesta es ¡¡No, absolutamente no!!. Porque Jesús, el Cristo, llevó por mí la maldición “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col. 2:14) “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas...” y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos (judíos y gentiles) en un solo cuerpo...” (Ef. 2:15,16). Y cuando habla de anular el acta de los decretos... abroga, deja sin efecto, la ley que nos acusaba.

Entonces, si Cristo nos liberó de la ley por medio de la cruz y nos salvó por medio de la gracia, pues por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe (Ef. 2:8,9) por qué se insiste en que el pueblo de Dios, los nacidos de Dios, nacidos de nuevo, el pueblo evangélico, tenga qué diezmar? Y, quiénes son los que ponen esa carga al pueblo de Dios? Todo aquél que te pide diezmar, cuando él mismo no ha podido cumplir fielmente con dar el diezmo, prácticamente está actuando como un fariseo o un intérprete de la ley. Veamos qué dice al respecto Lucas 11:46:

Hay de vosotros también, intérpretes de la ley

porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar,

pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis

Quienes piden al pueblo diezmar, ignorando ellos mismos esta verdad o porque conociendo esta verdad nunca cumplieron con hacerlo, porque no creyeron en el diezmo, pues si hubieran creído realmente, hubieran cumplido fielmente, supuestamente, porque la ley nadie pudo cumplirla y el diezmo es ley (dietética), cómo pueden -entonces- cargar a los hombres con cargas que ellos mismos no pueden llevar, pues ni aun con un dedo las tocan?

¡Que Dios tenga misericordia de todos nosotros! Unos porque tal vez conociendo esta verdad han venido imponiendo la carga por ignorancia, falta de fe, o por sabe Dios por qué otras razones o intereses; y, otros, por no escudriñar personalmente las escrituras y decir amén a todo lo que se les dice, pues como la misma palabra del Señor dice: “... Por falta de conocimiento pereció mi pueblo (Oseas 4:6)”.

EL DIEZMAR, BENDICIÓN O MALDICIÓN?

Conforme tradicionalmente se ha venido creyendo en la Iglesia, diezmar constituye una bendición para el pueblo, pero, de acuerdo a todo lo que la palabra de Dios nos ha venido revelando dentro del presente estudio que de buena forma nos ha metido a escudriñar las escrituras a través de todas las citas bíblicas mencionadas y comprobadas por usted, amado lector, es fácil ahora concluir que no es así, pues categóricamente nos dice la Biblia que la ley nunca fue bendición, pues todo aquel que faltaba a la ley, moriría irremisiblemente. Paradójicamente, si el pueblo de Israel no diezmaba, maldito era con maldición. Por tal razón, y porque estoy seguro, usted ya ha llegado a sus propias conclusiones al respecto, no diremos más respecto a esta interrogante, pero sí se hace necesario, también, analizar enseguida los llamamientos a diezmar dentro de la Iglesia actual.

LOS LLAMAMIENTOS A DIEZMAR EN LA IGLESIA CONTEMPORÁNEA

Muchos son los apelativos usados en la Iglesia para que tú diezmes. Mencionaré algunos de ellos, invitándote a que seas tú mismo, basado en las escrituras que hoy el Señor te ha puesto a la vista, quien determine si es procedente o no atender tales apelativos:

v Abram diezmó a Melquisedec...

v Porque Leví diezmó estando en los lomos de Abraham...

v Diezme hermano, para que el Señor le abra las ventanas de los cielos...

v El fariseo dijo: diezmo de todo lo que gano...

v Hermano, diezme por obediencia... (¿Obediencia a qué o a quién?)

v Porque la Iglesia se sostiene por el diezmo...

v Hay que diezmar para que usted sea prosperado...

v Vamos a sembrar para cosechar...

v Porque Dios bendice al dador alegre...

v Cuando usted da el diezmo, éste va a la bolsa del pastor y espiritualmente sube ante Dios (qué parecido a la doctrina católica respecto a las indulgencias)...

v Hermano, No haga sobres para repartir dinero entre los hermanos, así no es. Mejor traiga sus diezmos al alfolí...

v El que no diezma tiene enferma el alma...*

v No les hablaré de las maldiciones del diezmo... mejor les hablo de las bendiciones (¿?)*

*Qué manera más ingrata de forzar a la iglesia para cumplir algo que el Señor abrogó. Cuando escuché a un predicador decir estas palabras, de inmediato, el Espíritu Santo trajo a mi mente Mateo 23:23.

Es sorprendente y sumamente preocupante el acomodamiento del pueblo cristiano evangélico (nacidos de nuevo, nacidos de Dios) al creer que recibirá sobreabundancia de bienes como consecuencia de diezmar, soslayando lo dicho por nuestro Señor Jesús en el sentido de que debe recibir todo lo necesario como consecuencia de buscar previamente el reino de Dios y su justicia, o pedirle directamente a él, pues al diezmar conforme a la ley (pues es imposible pretender creer que diezma conforme a la gracia), rechaza el recibir por gracia y misericordia de Dios.

Creo que este es el momento adecuado para cuestionarse: A cuántos conoces que diezman y no reciben la sobreabundancia que promete la ley? A cuántos que no diezman y están sobreabundados? A cuántos que diezman y no comparten las bendiciones de Dios con su propia familia, ni con sus hermanos en la fe) A cuántos que ignoran la verdad sobre el diezmo? A cuántos que viven molestos porque “tienen que diezmar” pero que no se atreven a manifestarlo abiertamente? Sabías que en algunas congregaciones alrededor del mundo se tiene en lista a los que diezman y que quienes no lo hacen son expulsados? Cuántas veces has escuchado la voz de algún predicador denunciando a aquellos que buscan la predicación de la palabra por negocio seguro,* sin darse cuenta que él mismo actúa igual?

Esta revelación del diezmo que el Señor en su misericordia ha permitido trasladarte hoy, está totalmente seguro que es también del conocimiento de muchos ministros y servidores del Señor, pero que por temor, conveniencia o falta de fe para seguir adelante en el servicio, o por qué no decirlo, por falta de valor ante alguna autoridad ministerial, no se han atrevido a enseñarlo para bendición a la iglesia de nuestro Señor Jesucristo en sus congregaciones. A los tales, recordándoles Hechos 5:29, les digo: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” porque “... conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32; Gál 5:1) Sé que muchos recibirán con gozo esta liberación de la carga; por el contrario, muchos más, no lo recibirán (Marcos 4:9-11; Lucas 8:8-10)

*Lea 2 Pedro 2:1-22, con especial énfasis en los versos 3 y 13

Cualquiera que sea la forma en que se nos quiera llevar a practicar la ley, aunque la más común es la religiosa o ritual, nos recuerda los pasajes contenidos en Gálatas 2:11-21, cuando Pablo reprende a Pedro por pretender judaizar a los gentiles convertidos a Cristo. Cito:

11. Pero cuando Pedro vino a Antioquia, le resistí cara a cara, porque era de condenar;

12. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión.

13. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

14. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?

15. Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles,

16. sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado

17. Y si buscando ser justificados en Cristo, también somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.

18. Porque si las cosas que destruí las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.

19. ....

20. ....

21. No desecho la gracia de Dios; pues si por la fe fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo...

De lo anterior atrae principalmente la atención el verso 14: ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? ¿Qué es judaizar? Consultando un diccionario bíblico (Vila Santamaría, EDT. Clie Pág. 621) encontramos:

JUDAIZANTES. Los Hechos de los Apóstoles (15:5) y las epístolas de Pablo usan el término “judaizante” para indicar a aquellos cristianos que, habiéndose convertido del judaísmo, practicaban algunas de las observancias de la ley y querían imponerlas a todos los demás creyentes. Muchos eran antiguos miembros de la secta de los fariseos.

El sustantivo no aparece jamás en la Biblia, pero sí el verbo ioudaizein (Gá. 2:14) que significa “vivir como judío”. En este sentido, a todo judío que observe la ley podría llamársele judaizante. Sin embargo, sólo son judaizantes los judeocristianos que, después de la decisión terminante del concilio apostólico, enseñaban que era imprescindible el cumplimiento de la ley y, sobre todo, admitir la circuncisión. Estos judaizantes eran enemigos encarnizados de Pablo y procuraban contrarrestar por doquiera la labor misional del apóstol. Pablo los rebate en Corintios, Romanos, Filipenses y, sobre todo, en Gálatas. Estos enemigos de Pablo no deben confundirse con los herejes judíos, matizados de gnosticismo, a los que posteriormente combate en las cartas pastorales.

La última ramificación de los judaizantes fueron los herejes ebionitas, que rechazaban la divinidad de Cristo, observaban la ley de Moisés, consideraban a Pablo como renegado...

La Biblia tiene vigencia hoy, de donde podemos, sin profundizar tanto, concluir que al igual que en los tiempos de la iglesia primitiva, existen en la actualidad judaizantes que, con la tolerancia del propio pueblo cristiano, no solo practican algunas observancias de la ley sino que las imponen a los demás creyentes, como es el caso de diezmar (pues un poco de levadura leuda toda la masa). La verdad es dolorosa, pero es la verdad. Si de alguna manera, amado lector, te consideras afecto por esta verdad y te molesta, favor no se molestes conmigo, porque yo solamente te he traído a memoria la escritura; quien lo asentó fue el apóstol Pablo, perito arquitecto de la iglesia; así que, en todo caso, moléstate con él y después arréglate (concíliate) con Cristo.

EL ACOMODAMIENTO DEL CRISTIANO AL DIEZMAR

En cuanto a este tema, voy a compartirte mi experiencia personal en el diezmar. Desde mi conversión al cristianismo auténtico, o sea, desde mi nuevo nacimiento espiritual, al ingresar de inmediato a una congregación cristiana, desde las primeras prédicas comencé a escuchar que tenía que diezmar. Las citas que mencionaban de la palabra de Dios eran: “...Porque Abraham diezmó a Melquisedec...” “...En esto probadme ahora: traed todos los diezmos al alfolí... y veréis como abro las ventanas de los cielos y derramaré sobre ti bendición hasta que sobreabunde...” “...diezme hermano, para que el Señor le bendiga y sobreabunde, devolviéndole el ciento por uno, pues él no se queda con nada...” “...porque Dios ama al dador alegre...” Y, de alguna manera, aunque no lo entendía claramente me agradaba la propuesta y animado por ello comencé a diezmar, pero no miraba que, conforme se me había predicado así fueran los resultados. Me daba cuenta también que algunos hermanos diezmaban y seguían viviendo con mucha pobreza y limitaciones; y, conforme transcurrían los años nunca me preocupé por conocer algo más sobre esta doctrina de diezmar. También comenzó a inquietarme ver la prosperidad de los hijos de un pastor, mismos que no trabajaban en lo secular, sino se mantenían en algunas actividades de la congregación y, por otro lado, todo lo contrario, observaba cómo algunos hermanos servidores sumamente activos en las cosas del Señor, entregados a tiempo completo, vivían con mucha escasez y limitaciones económicas. Paralelamente, y no obstante seguir diezmando, vino crisis económica a mi vida, y comencé a preguntarme: Si cumplo con diezmar, ¿porqué no recibo la sobreabundancia que me han predicado y estoy en esta crisis? Ciertamente, me había acomodado pensando que mientras diezmara estaría recibiendo del Señor toda la sobreabundancia prometida, También compartía el asunto con hermanos de otras congregaciones que me decían: Mire hermano, yo no diezmo y bendito sea Dios, nunca me falta el pisto... Algún otro afirmaba que, aunque daba el diezmo, padecía pobreza... Fue todo esto, lo que me inquietó y comencé a buscar doctrina más profunda, pensando que yo no podía simplemente acomodarme a dar, ignorando el fondo del asunto. Comencé a orar a Dios para que me guiara en su Espíritu para encontrar Su respuesta y encontré una cita determinante: Jesús mismo, enseñando acerca de los afanes y las necesidades básicas del hombre, afirmaba: “...mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas (pan, vestido, techo, paz) os vendrán por añadidura...”

Qué grande y bendito descubrimiento. Jesús no dijo “... diezmad primeramente... y todas estas cosas se os añadirán...” Dijo –insisto-: “... mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas se os darán por añadidura...” (el subrayado es mío) Señor –pregunté-, qué es buscar el reino de Dios y su justicia? Respondió: “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo... dijo el Señor dijo a Salomón: “Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días...” (1 Reyes 3:14) Ya, antes, el propio Salomón había dicho a Jehová: “Tu hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia y con rectitud de corazón para contigo...” (1 Reyes 3:6)

Pero Señor –exclamé-, David manchó sus manos con sangre, e incluso, fue adúltero y fornicario! Sí, me contestó, pero David nunca se justificó a sí mismo! sino, siempre, reconoció su condición de pecador ante mí y esperó en mí. Entonces, Señor –inquirí nuevamente-, no justificarse a sí mismo, te agrada? -Así es –respondió- porque el que no se justifica a sí mismo sino que reconoce que necesita ser justificado por mi Hijo, ése me agrada, porque ha creído mi palabra! Hay una palabra en común en lo anterior: Justicia. Y qué es justicia? ¡Hacer el bien común! Por ejemplo: Es justo que tú compartas alimento con alguien que te pide, pues el bien le estás haciendo, pero come tú también, porque si no fuera así, serías justo con el extraño e injusto contigo mismo. Entonces, Señor, resumiendo, puedo entender que a lo que a ti te agrada es que caminemos haciendo el bien común, diciendo siempre la verdad y con un corazón recto ante ti? Es eso buscar tu reino y tu justicia? Al conducirnos así, tú nos añadirás lo que necesitamos? -Así es, respondió y añadió: también se obediente. ¡Gracias Señor, bendito seas.!

Más adelante, fui poniendo atención a cómo el Señor me seguía hablando a través de las escrituras: Pedid y se os dará...” (Lucas 11:9); “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá” (Mar. 11:24); “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” (Juan 15:7); “...para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16); “...porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis...” (Mat. 6:8). Más claro no podía estar. Su palabra, tanto en los libros del evangelio como en las epístolas de los apóstoles me hablaban claramente que ya no era necesario acomodarme diezmando para poder recibir de él lo que yo necesitase, sino que recibiría de él, siempre y cuando primeramente estuviera buscando su reino y su justicia. Y aquí reparé en algo trascendental que de alguna manera venía deteniendo en forma encubierta, cual sutil trampa del enemigo de nuestras almas, mi verdadero crecimiento en la fe, en el conocimiento de la palabra, en mi vida espiritual, en mi búsqueda del Señor: Estaba totalmente acomodado dando el diezmo y, según yo, recibiendo todo lo material a cambio, aunque en la realidad no era así, pero sin detectar el desapercibido engaño que hacía el enemigo en mi vida, logrando que con tal actitud yo no buscara del Señor, ignorando su palabra que dice: “Por falta de conocimiento pereció mi pueblo..” (Oseas 4:6), pues entendí, la ignorancia de la ley no eximía mi responsabilidad ante el Señor. Y este acomodamiento me hacía daño profundo, pues de alguna manera detenía en mí la búsqueda del reino de Dios, es decir, entre otras cosas, no depender de él sino de mis obras, ya que “... por obras nadie será justificado” y ello me trasladaba al cumplimiento de la ley, rechazando así la gracia “pues por gracia sóis salvos... y no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9) y, “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. (Gá.2:21)

¡BENDITA PALABRA DE DIOS! En ninguna de estas citas me hablaba de diezmar para recibir –como se me predicó hasta este día- sino de pedirle, depender de El, de su gracia, de su misericordia, de su bondad, de su amor, de su lealtad, de su fidelidad.

Por tanto, te pregunto: Estarás tú también acomodado con cumplir la ley dentro de la gracia? Si así fuere, reflexiona, “ pues la ley y la gracia no pueden existir juntas “... “y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Rom. 11:6) Sal de tal acomodamiento, pues ello detiene tu crecimiento en la fe, pues “... sin fe, es imposible agradar a Dios...” (He. 11:6)

EL CUIDADO DE ESCUDRIÑAR LAS SAGRADAS ESCRITURAS

“También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:37-39)

Cuando el Señor Jesús nos manda a escudriñar las escrituras nos está pidiendo que examinemos, que inquiramos cuidadosamente una cosa y sus circunstancias. Examinar es inquirir, investigar con diligencia y cuidado //Reconocer, mirar atentamente una cosa /Probar o tantear la idoneidad y suficiencia de los que quieren profesar o ejercer una facultad, oficio o ministerio... Inquirir es indagar, averiguar o examinar una cosa. Circunstancia es accidente de tiempo, lugar, modo, etc., que está unido a la substancia de algún hecho o dicho...

Resumiendo el vocablo, el Señor nos está diciendo que investiguemos diligentemente, que preguntemos, averigüemos atentamente una cosa, para probar suficientemente si lo que se nos quiere decir está realmente unido a la substancia del hecho. Y al aplicar esta recomendación del propio Jesús –creo-, hemos encontrado que en cuanto al acto de diezmar, el asunto no es solamente porque Abraham diezmó ni porque se nos diga solemnemente: Vamos ahora a dar nuestros diezmos...(¿?) Al habernos sacado de le ley nuestro Padre celestial nos ha pasado de muerte a vida eterna.

Por ello, hago propicia esta oportunidad para invitarte a que tú también escudriñes las escrituras de nuestro Señor Jesucristo y no te conformes con únicamente asistir a un culto o discipulado para recibir enseñanza bíblica. Dale oportunidad al Espíritu Santo a que a través de las escrituras te conduzca a toda verdad y toda justicia, para que conozcas individualmente todas las promesas de vida que el Padre tiene para ti por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque ellas –las escrituras- dan testimonio del Señor. Hazlo y verás cómo el Señor te mostrará una dimensión diferente y rica en experiencias que tú puedes conocer y disfrutar a plenitud.

El descuido en escudriñar la palabra de Dios nos mantiene en ignorancia y falta de conocimiento de las cosas santas; y, nuevamente cito: Por falta de conocimiento pereció mi pueblo (Oseas). Yo sé que tú crees en Dios, pero...Le crees a Dios?

Así que, sé diligente en los asuntos del Padre. Fíjate que cuentas con la intermediación de nuestro Señor Jesucristo y el cuidado en la enseñanza a cargo del Espíritu Santo. Sinceramente, me pregunto: ¿Qué más puedes pedir? Los beneficios estarán a la vista, sin dilación.


Epílogo

El mensaje ha terminado, pero creo necesario resumir el fondo de su contenido, recordándote:

§ El diezmo es ley dietética.

§ Su objeto: Que haya alimento para todos: Tú y tu familia, el levita, el extranjero, la viuda y el huérfano.

§ El sujeto: El grano, el vino, el aceite, los ganados y las vacadas (alimentos) Nunca el dinero fue sujeto del diezmo.

§ Fue dado a Israel, exclusivamente.

§ A los levitas les fue dado mandamiento de tomar diezmos de sus hermanos los israelitas.

§ A los israelitas les fue dado mandamiento de dar diezmo también a los levitas.

§ Se da cada tres años en el AÑO DEL DIEZMO.

§ Se consume, incluso, prioritariamente, por el propio diezmante y su familia en el lugar que Jehová le indica.

§ Es rescatable, añadiendo una quinta parte del mismo al devolverlo.

§ Nunca cumplido fielmente por los israelitas

§ Fue dada maldición de Jehová a la nación de Israel por no cumplir este mandamiento.

§ Se ignora –salvo que tú lo sepas- si los israelitas cumplen este mandamiento en la actualidad, conforme lo pedido por el Señor en el libro de Malaquías.

§ No se menciona como mandamiento a la Iglesia en el Nuevo Testamento.

§ Queda abrogado como consecuencia de haber sido abolido el sacerdocio levítico (Hebreos 7)

Mucho más que lo expuesto en este breve estudio habrá de surgir, si el Señor quiere revelarlo; pero mucho habrá ya, estoy seguro, que el Señor ha revelado a sus siervos y a sus ministros, pero aún se guarda silencio, con algunas excepciones de aquellos que también han recibido con claridad la verdad sobre el acto de diezmar en la iglesia evangélica y han querido o intentado predicarla a profundidad, pero algo los ha detenido. Este mensaje va dirigido a todo el pueblo de Dios: su iglesia, exhortándole a no olvidar o pretender ignorar o no darle su verdadero valor a las escrituras, o querer darles una interpretación personal, lo cual la propia palabra de Dios advierte, que las escrituras no son de interpretación privada.

En lo personal, confieso y acepto que no tengo ni pretendo tener la calidad literaria necesaria para creer que este estudio sea presentado por mi propia cuenta, no; pero de lo que sí estoy seguro es que es éste un mensaje de la palabra de Dios mencionada aquí, segura e infalible para bendecir a su pueblo; y que el Señor hace uso de quienes menos se espera para lograr sus propósitos. En cuanto a determinar si tú debes seguir diezmando o no, no me corresponde hacerte ninguna recomendación, pues el objetivo de este estudio es hacerte saber lo que las Sagradas Escrituras dicen al respecto y, nunca, aclaro, influir en tu ánimo respecto al qué hacer, pues ése es trabajo del Espíritu Santo.

A nuestro Padre celestial, a su Hijo nuestro Señor Jesucristo y al Espíritu Santo, que son un solo Dios, sea toda la honra y la gloria de lo que este mensaje logre bendecirte. Yo sólo he sido un instrumento en sus manos y no pretendo ningún mérito, porque nada merezco, pero sí agradezco a mi Señor y salvador el haberme usado para que, en su tiempo, el tiempo del Señor, estés recibiendo esta bendición que te liberará de la carga.

Ahora, para concluir, surge la pregunta que ya muchos hermanos me han hecho: Y si ya no hay que diezmar, hermano, de qué se sostendrá la Iglesia? -Por mi lado, también pregunto: ¿Quién es la iglesia?

En la segunda parte de este mensaje que llegará a tu conocimiento, te trasladaré lo que las Sagradas Escrituras dicen también respecto a la Ofrenda. Siempre y cuando el Señor me lo permita, será pronto. Amén.